Fragmentos de las palabras de Luis Fernando Figari en el I Encuentro MVC Perú

Haciendo un alto en el camino, es para mí una inmensa alegría estar esta noche con ustedes aquí y compartir algunos momentos de su tiempo, para simple y llanamente saludarlos. Ese es mi deseo principal. Están reunidos para profundizar en lo que es la evangelización, están reunidos para tomar bríos, para lanzarse a un compromiso más profundo, más intenso, más radical, para anunciar a Jesucristo; partiendo de la plena conciencia de aquello que repetimos tanto, pero que jamás debe quedar como una rutina, jamás debe ser mancillado por la costumbre. "El primer campo de apostolado soy yo".

¿Qué significa? Significa abrirte a la gracia del Espíritu Santo, ese Espíritu que está tocando tu corazón, que constantemente está derramando abundantemente su gracia sobre ti, que de la infinitud de su amor, derrama, como agua viva, la fuerza, la energía que te permite abrirte a su realidad, que te permite acoger ese amor que viene de Dios ¿ Qué tenemos que hacer nosotros? Tenemos que abrirnos a ese amor, tenemos que abrirnos a esa gracia y tenemos que responder ¿ Qué significa responder? Significa darlo todo.

Si te pones a pensar, que Jesús desde todos los tiempos, cuando en la comunión de Amor, nos piensa, con el Padre y el Espíritu Santo, cuando somos creados a imagen y a semejanza de Dios, Él te está amando ya, y sabe que va a morir por ti, va a morir para que tú vivas, para que tú tengas vida en abundancia, para que tú te realices como persona humana, para que seas un hombre cabal, para que seas una mujer cabal, para que seamos reales, palpitantes, auténticos, llenos de honor, de dignidad, de visión al futuro; para que puedas alcanzar la felicidad plena al terminar este terreno peregrinar, pero incluso antes participes ya de ella.

Y se va preparando, y se va preparando... Es lo que están ustedes haciendo hoy aquí. Venidos de distintos lugares han venido a prepararse, a profundizar en su interioridad, a profundizar en el llamado que Dios les hace, a tomar conciencia de lo que significa ser bautizado, ser sumergido en la muerte de Cristo para asumir su resurrección, su vida plena.

Saben bien que es necesario ahondar día a día, para poder contrarrestar todas esas tendencias de una globalización neo-liberal que está tratando de arrasar con todos los valores fundamentales del ser humano en una cultura de muerte que avanza y avanza, y que a pesar de todos los desarrollos técnicos a los cuales les damos la bienvenida, los acogemos, nos complacemos en ellos, a pesar de todo ello, esa globalización neo-liberal, con esas características precisas, va transmitiendo un virus que nos contamina a todos, y por lo tanto tenemos que tener esa consciencia permanente, que tenemos que transformarnos, cambiar, revestirnos de la mente del Señor, de los sentimientos del Señor, dejarnos guiar por Santa María, acogiendo lo que ella nos va transmitiendo desde su corazón, acogiendo ese ardor, esa llama viva, y dejándonos consumir en esa llama viva, eso es el proceso que sigue a lo que significa ser bautizado, eso es lo que llamamos el camino de santificación, eso es lo que responde a la exhortación de: Sé Santo, sé santo hoy, sé santo mañana, sé santo en cada momento de tu existencia, ábrete a esa gracia.

¡Cristo Jesús es real! Porque me ama y me da fuerza, porque lo miro en la Cruz y veo el ejemplo que transforma todas las realidades, y veo que ese sufrimiento que existe por doquier y que acompañará al ser humano por toda su historia, pierde su mordiente sobre mí, al ver al Señor colgado en el madero, amándome, al participar en la Eucaristía y participar también así, de ese misterio con el cual nos ha regalado, manteniéndose junto a nosotros de una manera tangible, física, oculta a los ojos, pero abierta a la mirada de la fe, abierta a la mirada de la fe. Tenemos que ser hombres y mujeres de fe para poder realizar nuestra misión de humanización.

El Señor Jesús que nos conoce bien, decía: "No tengáis miedo". No tengan miedo. El Papa Juan Pablo II, Siervo de Dios, mirando al mundo, desde la altura de la Cátedra de Pedro, puede decir: "No tengáis miedo", y lo repitió una y otra y otra vez.

Porque somos cobardes, porque tenemos miedo precisamente; si tienes miedo viene el Vicario de Cristo, el dulce Cristo sobre la tierra y te dice: No tengas miedo, no tengas miedo; lánzate, entrégate en amor, acoge el amor que viene de Dios, vívelo, interiorízalo, comunícalo, no tengas miedo.

Viene un nuevo Santo Padre, Benedicto XVI, y consciente de esta realidad, da un paso más, dice: oye tú, no tengas miedo, ¿ a qué le tienes miedo? ¿ A lo qué Jesús te va a pedir? Pero no, por favor, no seas tan obtuso de mente, no seas tan cerrada de corazón, si Cristo no te pide nada que no sea por tu bien. Pero míralo allí en la Cruz, está en la Cruz, mira a su Madre con el corazón atravesado, si todo te habla de amor, de entrega por ti, para ti, ¿ por qué tienes miedo? Entonces tratando de sintetizar estos pensamientos de una manera extraordinaria en una fórmula dice: "No tengas miedo. Jesús no te quita nada". Entiende, no te quita nada de lo que son tus verdaderas y más profundas aspiraciones. "Jesús, por el contrario, lo da todo". ¡ Jesús no quita nada, lo da todo! Pero tú lo tienes que creer desde el fondo de tu ser. Lo tienes que hacer tuyo. Jesús lo da todo. Tú puedes decir: "Creo, Señor". Y como muchos repetimos a lo largo de nuestra vida: "Creo, Señor, pero aumenta mi fe". Aumenta mi fe para que viva radicalmente esta dimensión que es la única dimensión auténtica de la existencia.

Entonces hay que mirar a lo que realmente importa. Hay que ser inteligentes... Hay que entrar a la dimensión de lo esencial, aquello que está más allá de las apariencias. Cuando vemos al sacerdote elevar la Hostia, cuando vemos al sacerdote elevar el Cáliz, nuestros ojos ¿ qué ven? ¿ Una oblea? ¿ Una copa? Pero la mirada de la fe, ¿ qué ve? Ve el milagro. Es que somos, queridas hermanas, queridos hermanos, somos partícipes constantes de un milagro. Muchas veces los milagros no se ven. ¿ Por qué no se ven? Porque los ojos están cerrados. Porque la mirada no logra penetrar. Y ese milagro del cual nosotros somos muy frecuentemente testigos,tal vez cotidianamente, ese milagro de Cristo realmente presente en la Eucaristía, Cristo esperándonos pacientemente en el Tabernáculo para tener un diálogo de amigo contigo expresando su amistad y su amor, para que tú acojas esa amistad y amor y la retornes constituyendo una amorosa comunicación.

Tienes una experiencia en que trasciendes la imagen, pero eso es porque ya resucitó. Ahora imagínense que ustedes fuesen de los apóstoles iniciales. Imagínense ustedes que están ahí en medio de esta situación en la expectación del mesías, y de pronto lo rechaza el pueblo, lo calumnia, le dicen de todo. Lo acusan de todo lo peor. Él sigue adelante. Lo apresan. Lo injurian e insultan. Lo violentan. Se burlan de Él. "Si eres rey, profetiza". Le ponen el manto púrpura como burla. Lo azotan. Lo pasan de Anás a Caifás. De Herodes a Pilato. Lo tratan como un objeto. ¿ Qué experimentarían ustedes si es que en el proceso de estar ahí con los Apóstoles ven esto? ¿ Resistiría su fe? Pero oye, has visto milagros ¿ ah? Pero esos milagros parecen como desaparecer, porque así de incoherente es la naturaleza humana. ¿ Por qué? Porque está herida por el pecado.

Llegado el momento del Gólgota, como decía, tenemos a uno a la izquierda y uno a la derecha. Están experimentando la misma agonía, la misma muerte. Y sin embargo, uno lo insulta. Lo increpa, lo insulta arrebatado. Y el otro, humilde, reconoce, percibe, en este hombre que está muriendo, percibe que no es lo que sus ojos ven. No es ni siquiera lo que él mismo está sintiendo que nosotros no lo sentimos. Ni los apóstoles lo sintieron. Esa agonía está consumiendo su vida. Y le dice: "Acuérdate de mí". Y el Señor frente a uno de ellos calla. Al que lo insulta, calla. Al que lo increpa, al arrebatado, de él calla. Y al otro le responde, con una tremenda dulzura y amor, ese amor y esa dulzura que lo han llevado hasta ese momento: "Estarás conmigo hoy en el Paraíso".

Y en todo esto debemos cuidarnos siempre de la rutina. La rutina es una tentación satánica terrible porque nos hace perder de vista la belleza de la verdad. Nos hace acostumbrarnos a ella. Y entonces perdemos la reverencia, perdemos la admiración, y al perder eso vamos muriendo. Y no creo que nadie aquí quiera morir así, porque esa muerte no es más que el preludio de otra, que no tiene fin.

Debemos cuidar el tesoro de nuestra fe, debemos alimentarlo siempre con la esperanza que nos es dada. Y debemos expresarlo en una caridad que se abra como los brazos del Señor a todo el mundo, para abrazar a todo el mundo, para transmitir esa riqueza que tenemos, que es Jesús, Dios y hombre, el Hijo de María, para como Ella misma ser. Llevarlo mientras estamos ayudando también a la transformación de realidades estructurales. Llevar a Jesús. Nunca dejar de llevar a Jesús. Nunca dejar de transmitir a Jesús. Nunca dejar de comunicar a Jesús porque vivimos a Jesús, porque estamos totalmente poseídos por el Señor, porque todo nuestro corazón irradia de Él, y porque su luz y calor, por gracia especial del Espíritu Santo se transmite desde nuestro corazón al corazón de los demás.

7 Comentaron esto, Oh sopresa!:

Anónimo dijo...

pamplinas

Ricardo Milla dijo...

Bastante es lo que dice LF, siempre son resonadoras sus palabras; en esta ocasión habla de mucho en poco tiempo, pero su capacidad de síntesis no deja de sorprender.

Las palabras del filósofo peruano en cuestión son duras y fuertes, así como la son del Señor en Mateo 10 o en Juan 6, pero son palabras que no sólo nos llena sino que nos llevan a la plenitud si es que son vividas.

Al anónimo le digo esto: ¿porqué pamplinas? Talvés tengo la respuesta, son pamplinas si es que estas palabras son vistas con los ojos del mundo, de aquel mundo que no se ha encontrado personalmente con el Señor Jesús, si es así toda palabra evangélica se muestra como pamplinas, y como decía antes, como en Juan 6, "palabras duras de escuchar son estas Señor", asique anónimo no es novedoso tu comentario y sólo te exhorto que intelectualmente investigues sobre la fe en Cristo y si buscas encotraras, porque en última instancia el mensaje de Jesús es el amor, vivir el amor, ser inteligentes para ser amor y dar amor.

Muchas más reflexiones me vienen al intelecto y al corazón, pero creo que esto dice algo de lo que siento.

Saludos,
Ricardo.

Anónimo dijo...

Cuando las palabras de una persona no se condicen con sus actos, entonces dejan de ser palabras y pasa a ser pura palabrería. Por sí solas son encatadoras, dichas por un fariseo son, por decir lo menos, vacías.

María Fe dijo...

"Cuando las palabras de una persona no se condicen con sus actos, entonces dejan de ser palabras y pasa a ser pura palabrería." Cierto.(Dentro de ese contexto)

Y como sabes tu que que el no es consecuente con lo que dice?

Ricardo Milla dijo...

La misma pregunta te hago anonimo, ¿cómo sabes? Bueno, nadie es 100% todo o nada, ni 100% coherente o incoherente, o bueno o malo, o etc... Pero, las palabras son para ser vividas, si son buenas a hacerlas, sino a reprocharlas, independientemente de donde vengan. Diras talvez q grupos conservadores no aceptan lo q los no catolicos dicen, pero hay sectores en la Iglesia q sí, y ese es el espíritu católico, aceptar la verdad de donde venga, así las cosas no son pamplinas por quien las dices sino por su contenido.

Anónimo dijo...

No, el espíritu católico no es aceptar la verdad de donde venga. Si fuera así, no le otorgarías a nadie el beneficio de la última palabra.

Las palabras de tu mentor son en sí mismas incongruentes (tal y como lo han demostrado varios -la tarea de enterarte es tuya). Además, no se condicen con sus propios actos.

Anónimo dijo...

Carlos no sabia q este era tu blog..
escribes mucho.. :S pero si trata de las palabras de LFF vale la pena leer!

cdt!

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